Absolutamente magistral en sus realizaciones figurativas al óleo, Vicente Peris parece renunciar momentáneamente a caminos conocidos y se implica en la creación de nuevas formas de expresión artística que le lleven a poder plasmar lo auténtico, un concepto al que acosa constantemente en su búsqueda de la esencia de la realidad misma.
Encerrado con bailarines y con cientos de metros de lienzo por delante, este gran virtuoso de la pintura al óleo se afana en pintar con una mezcla, literalmente explosiva, de pigmentos y pólvora, las sombras de los cuerpos en movimiento o en composiciones estáticas, para luego deflagrarlas limpiamente como un experto alquimista en el crisol de su lienzo.
Pero el proceso mismo es parte de la obra y el testimonio de esta voluntaria reducción de la complejidad de los cuerpos reales a sus sombras y al plano del lienzo mediante el gesto y el fuego se registra en un bello video. Sin él no podríamos preguntarnos si esta impactante pintura de restos carbonizados sobre el lienzo, esta composición de figuras antropomórficas, puede ser leída o no, con mucha más profundidad, como alegoría del mito de la caverna de Platón, entre la riqueza de lecturas que no fueron previstas por el proyecto.
En otras palabras, este “resto” puede leerse como un indicio de la verdad subyacente de otra realidad oculta y compleja, la de los cuerpos, no la de sus sombras, porque este arte, el arte, es sólo un indicio de lo auténtico, de lo real, que escapa a nuestros sentidos.
Y, a diferencia de otras obras, es importante aquí y en general en el último Peris, conocer el proceso de la obra además de contemplar su “resto”, porque sin él no podríamos formularnos algunas preguntas clave que iluminan nuestra consciencia y la capacidad de disfrute de la obra. Y porque el arte no da verdaderas respuestas, sino que plantea las verdaderas preguntas.
Así que nos encontramos con una obra que no es el concepto o el evento sólo, ni únicamente el proceso ni la instalación del resto final en forma de continuo lo que puede considerarse obra y clasificarse como tal, sino todo el conjunto, un formato o una forma de expresión todavía sin nombre, que constituye un feliz e innovador hallazgo.
El continuo, de cientos de metros, se expone junto con el vídeo del proceso y se estructura configurando espacios e islas, que a su vez permiten recomponer visualmente nuevas composiciones de sombras en diferentes planos de profundidad, dejando intuir esa tridimensionalidad original de los cuerpos, ese vislumbramiento de la realidad última y auténtica tras las sombras que persigue Peris intensamente.