En un vigoroso esfuerzo por encontrar la esencia pictórica de un lugar tan fecundo como es Venecia, descubrir sus claves indivisibles más primarias, los fonemas constructores de su lenguaje, los códigos geométricos capaces de generar la esencia de la ciudad que se alza sólida en la inestabilidad líquida de la Laguna, V. Peris intenta atrapar un sueño, un tránsito onírico entre la verticalidad y la horizontalidad.
Peris enfrenta la verticalidad y la horizontalidad como los dos principios creativos de la singularidad formal veneciana. Como aspectos opuestos y sintéticos en la experiencia presente de vivir Venecia. Postos, personas, puentes, canales, sombras, brillos, reflejos, formas llenas contra espacios vacíos, telas tendidas y hasta la verticalidad transversal entre planos horizontales de la Assumpta de Tiziano, se funden, se mezclan y confunden, en un único todo, atravesado por la materia de la que están hechos los sueños.
Las interpretaciones saltan de los lienzos a la corporeidad, invadiendo el suelo de las salas. Salen de sus marcos para aparecer colgados como banderolas ornamentales o ropa tendida en los canales, y sus reflejos cristalizan en los tubos metálicos de las torres de sillas en las plazas al anochecer.
Y en medio de este despliegue tridimensional, Peris intenta atrapar la vivencia de un sueño, un tránsito onírico obsesivo que lo empuja entre angostas paredes sobre las aguas de un oscuro canal hacia la estrecha abertura de luz al final del trayecto. ¿Nacimiento? ¿Muerte? Verticalidad y horizontalidad.